EL TIEMPO DE LA BELLEZA
Manifiesto de la Fundación Arquitectura y Sociedad en defensa de la Arquitectura

La ciudad, esa condición necesaria para la civilización, ha sido construida históricamente con el objetivo de la convivencia ciudadana y con la ambición, tantas veces no alcanzada, de la armonía de su arquitectura. Ciudad como obra de arte, la razón primera para la atracción del viajero, pero también para el orgullo de su ciudadanía.

Arquitectura y espacio público, resueltos desde la práctica de un oficio que nace al mismo tiempo que la necesidad de un refugio, y la de dar respuesta, formal y simbólica a las complejas relaciones de una comunidad.

La práctica arquitectónica, hasta ahora confiada a los arquitectos, está contenida en la aparente contradicción de ser una síntesis de arte y técnica, lo que supone la disociación del significado de dos palabras que sólo se diferenciaron en su traslación entre dos lenguas clásicas.

En efecto, la techne, aquel "saber-hacer" que no se distinguía del hacer artístico más que en el sentido de haber alcanzado un cierto grado de excelencia, pierde la complejidad de su significado al ser traducido como "ars" en la lengua latina, de donde procede el sentido de lo que hoy entendemos como arte.

Sólo desde una concepción de lo técnico basada en el número puede hacernos creer que el "saber-hacer" puede haber derivado en "saber-medir"; y esta deriva es el síntoma del fracaso de una civilización dominada por la razón instrumental.

Cuando Mies van der Rohe aseguraba que la arquitectura residía en el hecho de dos ladrillos colocados juntos "cuidadosamente", nos recordaba el auténtico sentido de la "técnica", el "cuidado", y también, el auténtico objetivo que persigue la arquitectura.

Ahora, cuando desde una falsa lógica económica se pretende ofrecer el ámbito de la arquitectura a la competencia de la ingeniería hay que recordar, desde la exigencia que demanda la dimensión social de la arquitectura, las siguientes consideraciones:

- Que habitamos mediante la edificación pero que sólo ésta no garantiza el "habitar".

- Que la "técnica" que demanda la arquitectura, ese "saber-hacer", requiere un adiestramiento específico.

- Que la sociedad también exige a la arquitectura que sirva de fundamento a ese atributo que llamamos belleza.

- Que pretender que la práctica de la arquitectura es posible desde la sola formación tecnológica equivale a la definitiva renuncia a cualquier posibilidad de belleza, a aceptar, en definitiva, a que nos "rapten a la belleza".


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La arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz. Le Corbusier
Colegios de Arquitectos de la Comunidad Valenciana




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